Es un virus, una bacteria, o una enfermedad que lleva incita la condición del ser humano, no de todos, pero si de algunos, que no pueden con su perversión, o su anhelo de vivir engañando y haciendo daño.
El fútbol como todos los deportes nacen de raíces sanas, pero parecen corromperse ante la inminente llegada en cantidades abrumadoras del vil metal, del dinero, de las monedas más fuertes que viven en Asia, en Europa y en el norte de América. IBIA (International Betting Integrity Association) y FIFA a través de su presidente Gianni Infantino se han mostrado trabajando juntos en búsqueda de encontrar soluciones a un flagelo en el que trabajar solos es imposible para poder vencerlo. La Industria de las apuestas le ha llevado al fútbol mucho dinero, pero también muchos dolores de cabeza (Betting Industry ). Y no sólo al fútbol sino a varias disciplinas deportivas que han tenido que afrontar difíciles momentos, como que atletas fueran amenazados detrás del delito de apuestas clandestinas o de ser extorsionados para perder juegos, corriendo serio riesgo su vida. Los amaños, los arreglos de partidos, muchas veces exprofeso, sin importar el esfuerzo de los atletas, de sus familias que por detrás de ellos se sacrifican, por más sea bien remunerada su labor. Esto lleva consigo el cambio de vida, de escuelas de los niños, adaptaciones a nuevos lugares, nuevos compañeros en el plantel, distintos jefes etcétera. Son cambios de culturas para trasladarse a cumplir con sus trabajos a países con diferentes idiosincrasias a las de sus orígenes en la mayoría de las veces. Varios métodos seguramente los habrá para realizar estos claros actos de corrupción deportiva. Los mismos que figuran ya en Códigos Penales de varios países como delitos en la tipificación de la estafa. Es un delito donde se necesita dos o más personas para su cumplimiento y generalmente con cierta influencia y poder para llegar a concretarlo, por eso lo difícil de su erradicación. Alguna vez en este medio escribí un artículo al que titulé “Dios no juega a los dados “ comenté una anécdota que me la contaron cuando tuve mi paso por el tribunal de disciplina en el fútbol de mi país: la misma recordaba como un entrenador corrompido por su adversario no podía mandar a su equipo a perder en la cancha ni mucho menos mencionárselo a sus jugadores pero si pudo cometiendo alineación indebida y colocando un jugador incorrecto en su lista y perdiendo el encuentro en los tribunales.
Por ello también me animé a escribir en iusport.es otro artículo (“la peligrosa jurisprudencia de la alineación indebida.”) sobre este tema pidiendo que fuéramos más cuidadosos a veces los que entendemos de solucionar conflictos de no ser inocentemente cómplices de los corruptos. Otra cuestión es pensar en quienes pagan una entrada o los derechos televisivos de cable premium para ver un juego en el estadio o en el living de su casa cómodamente con su familia y sentirse engañados de no saber que ante su expectativa de lo que pueda ocurrir en 90 minutos, o en 40 o en el tiempo que demande un partido de tenis o vóley ball, ya hay un ganador y un perdedor antes que la pelota empiece a transitar en los escenarios deportivos. Cuanta tristeza, cuanta maldad, pues solo en mirar los ojos de un niño o niña ilusionado que creen que el deporte es lo que les enseñaron en la escuela, que es el amigo, el compañerismo, el sacrificio, la recreación, la diversión , el juego, la competencia, el respeto por el adversario y el árbitro. La transparencia, como ese corazón inocente de esos menores, es una de las virtudes mayores del deporte. Que gane el mejor, que de la derrota se aprende y mucho, para mejorar y crecer. Las apuestas en el deporte existen desde hace tiempo. Siempre fueron una manera de sumar dinero para las instituciones deportivas. La sociedad participa buscando también hacerlo para aumentar sus ingresos y como una forma de diversión sin que por ello se convierta en adicción. Las apuestas no son el problema, como no es la venta de un ticket, ambas ayudan al deporte en su crecimiento económico. El drama lo es una apuesta clandestina o un ticket falsificado. Los delitos son cometidos por las personas, somos los seres humanos los que obramos de manera incorrecta en la indumentaria de un árbitro, de un deportista, en la investidura de un dirigente o de un juez, o periodista que nada les importa del daño que puedan causar al otro. Ese jugador o entrenador amañados, cuya acción se traduce en una real traición al equipo, al mejor estilo de Judas si reflexionamos en esta época de Pascuas. O un dirigente capaz de entregar a su institución a cambio de una jugosa suma de dinero, o un periodista por hacer un comentario elogioso a quien no corresponda por una promesa remuneratoria. El árbitro o el juez, al que parece no importarle perder su dignidad y ver con total impunidad a los ojos de sus hijos y familia pues ya no tienen integridad o le pusieron precio a la misma. El arreglo de partidos rompe con la especificidad del deporte, vulnera lo mas íntimo del espíritu deportivo, desgarra la ilusión de los que se inician en la actividad deportiva soñando con un gol con un Ice, o un triple de canasta convertidos. Un acto para felicitar a la FIFA en su presidente Infantino y en su departamento jurídico, liderado por el colega Emilio García Silvero, de convocar a todos los estamentos para hacer frente a esta fusta situación que destruye al deporte y entre ellos al más popular del mundo. El amaño, el arreglo de partidos, las apuestas clandestinas, en general la corrupción deportiva no es un adversario deportivo ocasional, estas calamidades son enemigos al que hay que derrotar para nunca más enfrentarlos de una vez y para SIEMPRE.
*Posteo autorizado por el autor José Jozami
*Abogado por Universidad Nacional de Córdoba Argentina. y Periodista. Diplomado en Derecho Deportivo por Universidad Austral Argentina, Master en Derecho Deportivo por ISDE Madrid. Mediador Jurídico. Mediador Deportivo Internacional por IEMEDEP Madrid. Estudio Mediación en Yale y Harvard en EEUU. Ex Juez Civil y mercantil, Profesor Universitario. Conferencista. Miembro de la AAJC. Red Latinoamericana de DDHH. Mediador FIFA externo.
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